Noticias Generales
- La Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP) recuerda a la población vulnerable frente a las olas de calor: mayores de 65 años, embarazadas, personas con patologías crónicas y multimorbilidad
- La entidad también señala que las altas temperaturas pueden generar interacciones con algunos medicamentos, así como causar deshidratación y agravar la situación de cronicidad
Coincidiendo con las alertas de riesgo para la salud por exceso de temperatura, la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP) advierte sobre los efectos de las olas de calor en los pacientes crónicos y pide extremar las precauciones con la medicación.
El pasado mes de julio se produjeron hasta 771 defunciones atribuibles al exceso de calor en España, según datos del sistema de monitorización de la mortalidad diaria del Instituto de Salud Carlos III (ISCIII), una cifra que ha ido aumentando a lo largo de todo el mes a medida que se incrementaban las temperaturas. Por ello, desde la POP insisten en la necesidad de protegerse, hidratarse, refrescarse y cuidar a las personas más vulnerables frente al calor, es decir, a las personas mayores de 65 años, embarazadas, personas con patologías crónicas complejas y multimorbilidad, ya que los periodos de calor extremo pueden afectar significativamente a su salud y bienestar.
El cambio climático está contribuyendo a un aumento en la frecuencia y la intensidad de las olas de calor, lo que representa un desafío creciente para la salud pública, especialmente para las personas más vulnerables. “Es crucial reconocer que estos eventos extremos están siendo más comunes debido al cambio climático, lo que subraya la importancia de adaptar nuestras medidas de prevención y protección. Instamos a las autoridades a seguir impulsando políticas que mitiguen los efectos del cambio climático y protejan la salud de la población, advirtiendo de la particular complejidad que entraña la cronicidad en este asunto”, añade la POP.
Cronicidad y altas temperaturas
El calor extremo puede generar distintos riesgos fisiológicos sobre las personas con necesidades crónicas, como deshidratación, sobrecarga cardiovascular, alteración del equilibrio electrolítico o problemas respiratorios, entre otros. Asimismo, las interacciones entre medicamentos y altas temperaturas pueden producir efectos secundarios exacerbados, reducción de la eficacia de los medicamentos u otros riesgos específicos sobre la salud.
Es esencial que las personas con necesidades crónicas de salud supervisen de cerca sus síntomas y tomen medidas preventivas, como mantenerse hidratadas, evitar la exposición directa al sol y monitorear la eficacia de sus tratamientos. En este punto, “es fundamental beber líquido suficiente, aunque no se tenga sensación de sed, para mantener la hidratación. Especialmente las personas mayores y pacientes con enfermedades crónicas, cuya enfermedad puede verse agravada”, apunta la Plataforma. La POP subraya que en caso de que este tomando algún medicamento y notar síntomas no habituales es recomendable acudir al centro de salud sin hacer una reducción o una interrupción abrupta del tratamiento.
“También es fundamental educar a los pacientes y sus cuidadores sobre los riesgos específicos asociados con el calor y las estrategias para mitigarlos, como la identificación temprana de síntomas de deshidratación o insolación”.
Salud pública frente a las altas temperaturas
La Plataforma considera indispensable que existan planes de emergencia específicos para olas de calor que incluyan protocolos para atender a las personas con necesidades crónicas de salud. También se debe garantizar que las personas vulnerables tengan acceso a espacios frescos, agua potable, y apoyo comunitario durante periodos de calor extremo.
A su vez, asegurar que los medicamentos y cuidados necesarios estén disponibles y accesibles, incluso en situaciones de emergencia climática, es clave para evitar descompensaciones graves.
La POP destaca la importancia del autocuidado en situaciones de riesgo como las olas de calor, a la vez que subraya la necesidad urgente de políticas de salud pública que aborden de manera integral las dificultades particulares que enfrentan las personas con necesidades crónicas de salud. “Es esencial que cada persona sea consciente de su salud y tome medidas preventivas, pero también es imprescindible que las políticas públicas garanticen un entorno seguro y protegido para quienes viven con enfermedades crónicas, asegurando su bienestar en escenarios de emergencia climática”, concluye la POP.