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El presidente de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes, Tomás Castillo, ha participado en la Jornada Farmacia marca España: una ventaja diferencial. Compartimos aquí las palabras del presidente.
Buenos días, Sr. presidente del Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos, Jesús Aguilar; un saludo también para mis otros compañeros de mesa, el presidente de la patronal de la distribución farmacéutica mayorista de gama completa Fedifar, Eladio González-Miñor; y la vicepresidenta de ATA (Federación Nacional de Trabajadores Autónomos), Celia Ferrero. Señorías, señoras y señores.
Ante todo, permítanme que agradezca al Consejo General de Colegios Oficiales de Farmacéuticos y, en especial, a su presidente, su invitación para que traigamos la voz de los pacientes una vez más al Congreso de los Diputados. El 21 de marzo del presente año, ya tuvimos la oportunidad de trasladar a la Comisión de Sanidad las propuestas de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes, y hoy aquí compartiremos la visión de los pacientes respecto a lo que consideramos debería ser la farmacia comunitaria y la profesión farmacéutica en este siglo.
El modelo español de oficina de farmacia tiene una característica que lo define y es esencial para los pacientes: su capilaridad. La mayor parte de la población, contamos con una farmacia a poca distancia de nuestra casa y el acceso a los medicamentos y a un profesional sanitario de primer orden es inmediato. En este aspecto, cuentan con la complicidad de la distribución farmacéutica mayorista de gama completa, aquí representada por Fedifar.
Sin el sistema solidario de distribución que caracteriza la distribución cooperativa en España, el modelo de farmacia sería insostenible y los pacientes tardarían más de 24 horas en acceder a algunos medicamentos de menor rotación o más costosos, con el riesgo que esto conlleva.
De este modo, el profesional de la farmacia comunitaria puede ser el sanitario más cercano y accesible a los pacientes. Junto con el equipo sanitario de atención primaria, las farmacéuticas y farmacéuticos comunitarios son los profesionales sanitarios que pueden hacer un seguimiento más cercano a los pacientes y pueden realizar una labor esencial en el control de la adherencia a los tratamientos.
Esto, sin duda, aumenta su responsabilidad en la cadena asistencial y es uno de los retos que la farmacia comunitaria debería asumir desde nuestro punto de vista, pues también contribuiría a su integración natural en el sistema de salud.
Pero en esta relación farmacia-paciente hay otros pasos que podríamos dar juntos…
En las dos últimas ediciones del Barómetro EsCrónicos, los pacientes crónicos o con síntomas cronificados han respondido a dos preguntas que involucran a la farmacia comunitaria. La primera cuestionaba a qué fuentes de información acuden los pacientes, además de su médico, para informarse sobre la enfermedad.
En el Barómetro EsCrónicos 2017, la farmacia comunitaria es, por orden de prioridad, la sexta fuente de información a la que acudiría el paciente crónico para informarse sobre su enfermedad después de su médico. La encontramos detrás de las organizaciones de pacientes, internet, el personal de Enfermería, los prospectos y familiares o conocidos…
Esta respuesta, debería hacernos reflexionar sobre qué papel quiere jugar la farmacia comunitaria en este siglo combinada con las necesidades de los pacientes: la información es una de las claves para el correcto manejo de la enfermedad crónica y el profesional sanitario más cercano está llamado a jugar un papel esencial en este terreno.
Pues bien, dado que la información nos servirá a los pacientes crónicos para avanzar en el manejo de nuestra enfermedad, es una de las bases fundamentales que proponemos en la futura Ley de Protección de la Situación de Cronicidad, propuesta en la que estamos trabajando junto al IMSERSO y que esperamos sea una realidad en los próximos años. Con información y formación, las personas con enfermedades crónicas mejorarán en su calidad de vida, comprenderán mejor qué les pasa, por qué les pasa, evitarán algunos síntomas previniendo prácticas de riesgo y sin duda ahorrarán dinero al Sistema Nacional de Salud.
Potenciar su lado profesional (frente al comercial) y dar nuevos servicios a los pacientes sería otro de los puntos fundamentales para comprender el papel que los pacientes queremos que la farmacia comunitaria juegue en el siglo XXI.
Volviendo al Barómetro EsCrónicos, en su última edición define un amplio margen de mejora en estos servicios de la farmacia comunitaria a los pacientes crónicos. Según esta encuesta, la atención recibida en la farmacia comunitaria se podría mejorar en:
- la información sobre medicamentos (de nuevo aparece aquí),
- cuidados de salud y servicios profesionales farmacéuticos,
- información sobre organizaciones de pacientes
- información sobre la enfermedad.
Podríamos añadir otros como la entrega de medicamentos a domicilio, que podría ser de gran ayuda para muchos pacientes crónicos con enfermedades que dificultan la movilidad. Unido a la formación del paciente para la administración de su tratamiento, sobre todo, en el caso de tratamientos complejos o polimedicación.
Son muchas las posibilidades que tenemos de avanzar juntos en este desarrollo profesional de la farmacia comunitaria, como pueden ver.
Según el estudio Refcom (de la Sociedad Española de Farmacia Comunitaria y Ratiopharm), tanto la población en general como los pacientes en particular dan una buena nota a la labor de los farmacéuticos comunitarios. Sin embargo, la mitad de la ciudadanía considera que los conocimientos de estos profesionales no se aprovechan lo suficiente y que el farmacéutico comunitario está bien integrado en el sistema sanitario.
Un elemento clave para la reflexión es que solo un 9% de la población reconoce a la farmacia comunitaria como un centro exclusivamente sanitario. Ante esto, cabe proponer que las farmacias dispongan de una zona de atención personalizada donde atender de forma confidencial a los pacientes y modificar así su imagen de establecimiento comercial.
Los pacientes tienen buena predisposición a hacer uso de los servicios a un precio asequible. Entre ellos, la prevención de enfermedades, revisión y detección de los problemas de medicación. Otros servicios muy valorados por las asociaciones de pacientes son la atención domiciliaria, el seguimiento farmacoterapéutico a los pacientes crónicos y el asesoramiento relacionado con el uso de medicamentos que no necesitan prescripción médica. En este sentido, sería necesario reforzar el servicio de dispensación de medicamentos para asegurarse de que el paciente comprende y asimila la información que recibe.
En cualquier caso, para desarrollar con calidad estos servicios, la sociedad demanda la figura de un farmacéutico comunitario profesional, preparado, especializado y centrado en el paciente, para lo cual es necesario insistir en la integración de los farmacéuticos en el sistema.
En otro orden, y llevándonos el análisis al plano de la gestión, los pacientes necesitamos que el Sistema Nacional de Salud avance en la equidad y esto, sin duda, incluye a la farmacia comunitaria. Juntos debemos también avanzar para que cualquier paciente pueda acceder a su medicación en cualquier farmacia de España con una receta oficial sea de la comunidad que sea.
Estamos cansados de vernos obligados a viajar con un arsenal terapéutico cada vez que salimos de vacaciones, como en estas fechas, con el riesgo que esto conlleva incluso para el buen estado de los medicamentos. O lo que es peor, no acceder a nuestro tratamiento en cualquier punto del Sistema Nacional de Salud. Y todo porque la Administración sanitaria se ha empeñado en no ponerse de acuerdo en la compatibilidad de las distintas tarjeta sanitarias. Pedimos ser los dueños de nuestra información clínica y dar acceso al profesional que consideremos adecuado cuando sea preciso.
También en este punto, deberíamos hablar de innovación. En los últimos años, hemos visto como muchos de los medicamentos más innovadores y, normalmente, también más costosos, salían de la farmacia comunitaria para pasar a ser dispensados en los hospitales. Para el paciente crónico, alejar el acceso al tratamiento es una nueva barrera en su convivencia diaria con la enfermedad.
Bajo el compromiso profesional del farmacéutico y bajo un estricto control, consideramos que cuanto más cerca esté el tratamiento del paciente más avanzaremos en la adherencia terapéutica que, por otro lado, aportará de nuevo eficiencia al Sistema Nacional de Salud y ahorrará costes. El agravamiento de la enfermedad, la aparición de nuevos síntomas y otros efectos negativos derivados de la interrupción de un tratamiento es un coste que, claramente, el sistema podría ahorrarse, acercando de nuevo estos medicamentos innovadores a los pacientes a través de la farmacia comunitaria.
En este sentido, la Plataforma de Organizaciones de Pacientes propone al Gobierno un Plan de Estado con dotación económica para facilitar el acceso a los tratamientos innovadores de última generación para que esto no dependa de la disponibilidad presupuestaria de cada Comunidad Autónoma y cada hospital, como está ocurriendo hoy en España.
La vida de una persona no puede depender del presupuesto.
En conclusión, los pacientes vemos en el farmacéutico del presente y del futuro un profesional sanitario con un enorme potencial para el avance en un mejor manejo de nuestra enfermedad y una mejor calidad de vida. Eso sí, queremos avanzar juntos en este camino. Que no les pase como hasta ahora en el discurso sanitario que se ha querido centrar la atención en el paciente pero sin escuchar y sin contar con la opinión de los pacientes. Seguimos, por cierto, esperando a que el Ministerio de Sanidad firme con nosotros el acuerdo que nos reconoce como interlocutores en el ámbito sanitario…
Avancemos juntos en estos retos y así, seguro que alcanzamos metas satisfactorias para todos.